jueves, 19 de marzo de 2009

Violencia escolar: descontrol en las aulas





A la par del conflicto entre el gobierno y el campo hubo otro tema que en los últimos tiempos ocupó recurrentemente las planas de los diarios y los informes de la televisión: la violencia escolar. Las aulas, otrora espacios de rectificación y enseñanza, se han convertido hoy por en campos de batalla en los que las reglas están comenzando a desaparecer. Falsa es la creencia de que este fenómeno sólo se produce en establecimientos a los que acuden personas de clases sociales bajas. Lo cierto es que la violencia escolar se ha extendido sin distinguir, alcanzando niveles cada vez más alarmantes.

Una investigación realizada por el CONICET en distintos locales escolares determinó que en escuelas de clase media alta se manifiestan agresiones verbales, un alto grado de exigencia por parte de los alumnos hacia los adultos, escasa motivación para la tarea y falta de cuestionamiento de las normas establecidas.

En escuelas de clase media la violencia va dirigida principalmente a la institución escolar con conductas de agresión verbal, “ruido” permanente, segmentación entre grupos de alumnos e importante cuestionamiento de las normas institucionales.

En escuelas de clase media baja el agresor se dirige a las personas mediante ataques a la propiedad privada, agresiones físicas y verbales y robos. Actualmente, los profesores son continuamente objeto de agresiones y ultrajes por parte del alumnado, y se han visto despojados de la posibilidad de actuar en consecuencia.


En conclusión, el sistema educativo no debe cambiar porque siempre funciona como segundo educador. Hoy por hoy, la violencia viene de la casa, del seno familiar, no es que nace en la escuela. Uno es docente porque además de enseñar una materia también tenemos la autoridad de encaminar al alumno positivamente pero este proceso se hace mas difícil de emprender debido a que la violencia ya viene impuesta como base dentro del hogar”.




Un flagelo recurrente


La violencia en los establecimientos educativos es un fenómeno que ha adquirido, desde los años 70, una gran importancia en países como los Estados Unidos, Suecia, Noruega y Reino Unido. En la Argentina su incidencia es creciente; empiezan a detectarse, cada vez más, manifestaciones preocupantes como consecuencia de la crisis social, cultural y familiar que se está sufriendo. Estos episodios de violencia abren un debate con aristas complejas y diversas, en el que no pueden quedar ausentes cuestiones como el rol de la escuela y de los padres, la actitud de las autoridades de los establecimientos involucrados y los agentes externos que influyen y determinan la conducta de los jóvenes, como las drogas y el alcohol.

Según estadísticas de la Secretaría de Atención de las Adicciones de la provincia de Buenos Aires, el 57% de los alumnos del secundario consumen alcohol habitualmente, vale decir no sólo durante el fin de semana. Este porcentaje duplica el de hace cinco años. En tanto, baja de manera significativa la edad del comienzo en el consumo de alcohol. En 2002 se ubicaba entre los 15 y 16; hoy está entre los 11 y 12.


Cuestiones como la indisciplina o el mal comportamiento son fenómenos perturbadores que cambian la buena marcha de la vida escolar, pero no son los únicos. La pobreza, el desempleo, la falta de alimentos, el trabajo infantil, el alcoholismo y la drogadicción son generalmente identificados como las "causas" de la violencia, pero en realidad deben considerarse factores que contribuyen a crearla. Este tipo de hechos, por lo general, tienen su comienzo en relaciones familiares y escolares caracterizadas como violentas, que van conformando patrones de interacción y aprendizaje para la resolución de conflictos por parte de los sujetos que las han sufrido en su niñez; de allí, la importancia de poner atención en lo que sucede en los planteles de educación primaria del país.


Por Alexia Isasmendi

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