lunes, 30 de marzo de 2009

Coeducación. La nueva variante de la educación.



Las aulas mixtas ya son una realidad. Por Juana Libedinsky De la Redacción de LA NACION

Domingo 3 de marzo de 2002.


En los últimos cinco años, en la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, cerca de un 60% de las instituciones dedicadas a la educación de un solo sexo -desde los más humildes colegios parroquiales hasta los más exclusivos bilingües- se convirtieron en mixtas.
En los últimos cinco años, 111 colegios privados de la provincia de Buenos Aires se convirtieron en mixtos, cifra que en la Capital rondó los 50 colegios.
Hoy se habla de una nueva realidad educativa. La COEDUCACIÓN. Juntos pero separados. Laura Casanovas LA NACION


Mientras en los colegios de Estados Unidos se expande la modalidad de separar en distintas aulas a varones y mujeres, en la Argentina ya hay varias escuelas que aplican esta modalidad, conocida como coeducación.
Uno de los rasgos distintivos es que en las escuelas norteamericanas se separa a los alumnos por género, porque se cree que así mejorarán el rendimiento escolar y la conducta de los alumnos. En las escuelas argentinas que adoptan esta modalidad, en cambio, prevalece el criterio de que en determinados períodos es conveniente separarlos y realizar actividades por separado, para un mejor desarrollo madurativo.
En nuestro país, la coeducación se aplica sobre todo en colegios que estaban abiertos a estudiantes de un mismo sexo y que, al abrir las puertas al otro sexo, se sitúan más cerca de los colegios mixtos.
Quienes acuerdan con este criterio no dejan de lado, además, el costado práctico y económico, ya que permite a las familias enviar a sus hijos a un mismo colegio,
Esta nueva variante educativa se refleja en acciones escolares cotidianas. Las chicas, por ejemplo, sostienen que la soga es un juego para ellas y el fútbol, para ellos, en tanto que el "poliladron" es un ámbito compartido. En el recreo, sin embargo, el esquema se amplía, y así vemos en el patio del colegio porteño Los Robles a dos nenas que juegan al ajedrez y a un varón que mira la partida, mientras a unos metros dos varones sostienen una soga mientras una nena salta. Cuando finaliza el recreo, los varones entran en un aula, y las chicas, en otra.
Los Robles es una escuela laica de orientación católica que desde su apertura ofrece la modalidad de coeducación. Entre 1° y 6° grado, varones y mujeres están en aulas separadas, aunque comparten el comedor, el recreo y los campamentos. En 7° grado comparten también música, y en primer año del secundario se agrega inglés como materia que recorren juntos.
Allí, el último año del secundario se convierte en mixto. "Hay edades en que nos parece mejor que los alumnos tengan un proceso educativo separado. Y también comprobamos, a través de una prueba que hicimos durante un mes, que les cuesta más el desarrollo en el aula con la experiencia del sexo opuesto", contó a LA NACION Alejandro De Oto Gilotaux, director de primaria de Los Robles.
Durante 30 días reunieron a varones y mujeres de 4° grado en la misma aula. Como resultado, disminuyó el rendimiento en las mujeres y en los varones con personalidad introvertida, contó el rector.
Doble experiencia
La experiencia de la coeducación en el colegio Pilgrims´ de San Isidro es diferente. Hasta hace siete años, a la institución concurrían sólo varones, hasta que se decidió incorporar mujeres, pero ambos grupos en aulas distintas. A su vez, la sede del colegio que está en Pacheco abrió en 2001 con aulas mixtas. Por lo tanto, el colegio tiene la experiencia de ambas modalidades.
"Los grupos mixtos ofrecen mejor calidad de trabajo en el aula desde lo intelectual y lo pedagógico. Se complementan muy bien la idiosincrasia masculina y la femenina, ya que se moderan mutuamente sus tendencias. Esto no se logra tanto en el colegio de San Isidro [que tiene coeducación]", explicó a LA NACION Alberto Berro, director general de la institución.
Sin embargo, entre las ventajas de la coeducación señaló que permite un mejor desarrollo socioafectivo. "Tiene que ver con aspectos culturales del país. Por ejemplo, un varón argentino de zona norte, de 13 años, no considera amiga a una mujer, sino compañera. En ese sentido, en un grupo de varones hay una masa crítica de amigos potencialmente más grande que en un grupo mixto", consideró Berro.
Para José María del Corral, de la Vicaría de Educación del Arzobispado porteño, el rendimiento y la convivencia "son mucho mejores si los grupos son sólo de mujeres y de varones en algunas actividades, sobre todo entre los 10 y los 14 años, por el crecimiento madurativo distinto que tienen en esa etapa". Y destacó que los aspectos socioafectivo y de rendimiento intelectual no se pueden disociar.
A pesar de que cada vez son menos, aún hay en nuestro país instituciones sólo para alumnos de un mismo sexo, como el colegio jesuita porteño de El Salvador.
"Hacemos algunas actividades pastorales con colegios sólo de chicas, por ejemplo. Pero se decidió sostener el tema del colegio para varones no por una cuestión dogmática, sino porque es lo que sabemos hacer y lo hacemos bien", explicó el vicerrector Ricardo Moscato.
En los Estados Unidos, las clases del mismo sexo en escuelas mixtas comenzaron el año pasado en establecimientos públicos para intentar dar solución a los desfavorables resultados de los exámenes y a los problemas de conducta.
Alejandra Scialabba, autora del libro ¿Qué educación quiero para mi hijo? , consideró: "No creo que el rendimiento mejore por separar. Es una postura respetable y puede ser una opción más. Pero no es la única forma de reducir la indisciplina o mejorar la concentración. Adhiero más a la idea de que se aprende mucho de la diversidad. La heterogeneidad enseña mucho".

Tres variantes

Colegios mixtos: admiten el ingreso de mujeres y de varones en sus aulas. Son la mayoría en la actualidad. Sus partidarios sostienen que la sociedad es mixta y que así la escuela refleja a su modo la vida en sociedad.

Coeducación: se la considera una variante entre las escuelas mixtas. Permite el ingreso de varones y de mujeres, pero se los separa en aulas distintas. Los impulsores de este criterio sostienen que favorece el mejor desarrollo de las distintas potencialidades que tienen los varones y las mujeres, especialmente en las distintas etapas del proceso de maduración.

Escuelas de un solo sexo: atienden a una población exclusivamente de varones o de mujeres. En su mayoría, son confesionales. El grupo es más homogéneos, según afirman sus defensores.

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