martes, 16 de junio de 2009

MI PRIMER VOTO...


Cómo ven el futuro del país los jóvenes que en dos semanas debutarán en las urnas.
Nacieron al comienzo de los años 90. Eran niños cuando la política comenzaba a dejar comités y otros ámbitos tradicionales para convertirse en algo cada vez más televisivo, supuestamente liviano, incluso farandulesco.
Seguían siendo niños cuando cacerolas, manifestaciones y el exasperado "Que se vayan todos" pusieron sobre la mesa mucho hartazgo y también la inquietante percepción de estar al borde del abismo.
Se los suele criticar por falta de compromiso, desinformación, ausencia de ideales. Pero, convengamos, la sociedad en la que viven no es precisamente un ejemplo de madurez y responsabilidad cívica.
Tienen entre 18 y 20 años. Votarán por primera vez el 28 de junio. Algunos recién comienzan a paladear el gusto de la vida adulta. Otros, marcados por realidades mucho más duras, hace rato que saben lo que es pelear la existencia día a día.
A fines de este mes todos ingresarán -con mayor o menor conciencia- al tan denostado juego de lo político. "No manifiestan desinterés por lo que pasa en el país y muestran un fuerte arraigo cultural, una gran lealtad con lo argentino -explica la investigadora Miriam Kriger, desestimando la supuesta apatía adolescente-. Lo que tienen es un claro rechazo a la política." Doctorada en Ciencias Sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Kriger trabaja en un libro sobre educación escolar y formación política cuyas conclusiones permiten aproximarse a la realidad de muchos de los jóvenes que debutarán en las urnas este año. "La cuestión es que ciudadanía y política son dos cosas que están muy pegadas -continúa-. Hay un punto de encuentro que es la representación.

En las democracias que conocemos, de la Revolución Francesa para acá, el ciudadano es aquel que delega su soberanía, no el que la ejerce. Cuando hay una falla en la representación, hay un problema grave. Y cuando ya se habla de crisis de representación, el problema es aún más grave." El fenómeno no es exclusivo de la Argentina. Lo que en el mundo sociológico se conoce como crisis de la representación política afecta al mundo occidental desde las últimas décadas del siglo XX. El ciudadano es una persona inclinada a procurar su propio bienestar a través del bienestar de su ciudad, mientras que el individuo tiende a la pasividad, el escepticismo y la desconfianza hacia la «causa común», la «sociedad buena» o la «sociedad justa». Sin embargo, entre los jóvenes argentinos el rechazo por la política parece coexistir con el deseo de contribuir a una mejor sociedad: "Así como para ellos la política es un ideal negativo, la ciudadanía es un ideal positivo -comenta Kriger-. Esa es la paradoja que coloca en jaque a toda la sociedad: cómo se llegó a este punto en que la política se percibe como algo que mancha con sólo entrar en contacto con ella".
Alguna vez la actitud prescindente, el voto en blanco o las impugnaciones se vivieron en los circuitos juveniles como algo transgresor y hasta simpático. Esto no sucede en la actualidad. "La crisis de representación política está haciendo agua en el mundo y estas actitudes dejan de ser un juego -asegura Kriger-. Los chicos están viviendo en un marco histórico catastrófico, y esto está muy presente en ellos.
Aristóteles define la política como lo que hacen los animales lógicos: pensar el mundo y, a partir del discurso, de la representación, transformarlo. Por eso creo que va a haber un retorno a la política. No hay otra opción. Cómo lo harán estos jóvenes, no lo sé. Nosotros no lo hicimos bien. No tienen de quién aprender: éste es el desafío de su generación."
Fuente: Diario La Nación.

No hay comentarios: